Crítica: "La Conciencia de un Nuevo Tiempo" Andrés Mejía.

Se ha afirmado con frecuencia que la personalidad artística de Daniel Suárez está signada por una necesidad permanente de búsqueda y experimentación. Y estamos de acuerdo. Pero a condición de entender esta experimentacion como un acto sincero y permanente de profundización y desarrollo en su línea de trabajo, de análisis detenido y crítico de sus posibles logros y carencias.

Desde el inicio de su carrera, Suárez vinculó su investigación, a una de las más vigorosas corrientes estéticas del siglo veinte: El Abstraccionismo. Y desde el primer momento supo mostrarse poseedor de una sensibilidad y visión modernas que necesitaban generar nuevas dimensiones de orden y extensión, es decir, de espacio; para expresar emociones plásticas, no sólo relacionadas con su ámbito emocional, sino también en relación con un orden general, con una estructura total de la realidad.

Los primeros trabajos que muestra públicamente hacia 1968, son unas cajas de vidrio y madera que contienen al fondo una pintura de vinculación informalista, no sólo por su voluntad negadora de la forma, sino también por el tratamiento de la materia: piedras, esmalte, arena, hierro en polvo, que al ser iluminada por una luz fosforecente proyectada desde la parte inferior de la caja, produce una sensación cósmica del espacio allí absurdamente encerrado.

Es por este camino de investigación o de búsqueda de un espacio nuevo, capaz de romper con la prision que le imponla el cubo renacentista, que Daniel Suárez logra ir sintetizando y estructurando su obra. En 1970 comienza a mostrar sus "Puntos Flotantes', esas novedosas estructuras circulares que conmocionaron el ambiente artistico de San Cristóbal, construidas en tres dimensiones con materiales diversos (madera, clavos, plástico, lacas y esmaltes) en donde la relación negativo-positivo, dispuestos en círculos concéntricos, proponía claramente una visión rítmica del cosmos; logrando relaciones de movimiento y profundidad.

Toda esta primera etapa de su obra, dueña de un gran vigor constructivo e impacto visual, nos señala con énfasis su profunda necesidad de crear un espacio nuevo. Y, en efecto, nada de lo que puede ocurrir en esta obra, corresponde o tiene que ver con el espacio a que estábamos acostumbrados en la pintura tradicional. No hay allí línea de horizonte, escorzo, punto de fuga. El espacio cúbico del renacimiento está roto.

Es otro mundo el que se abre ante nuestros ojos. Y su interés radica no sólo en poder relacionarnos con ese espacio de manera racional y reflexiva, sino en el gozo de descubrir la posibilidad de un nuevo recorrido, y de hacer nuestras las sensaciones que este itinerario ofrece sin cesar al ojo, que inaugura una nueva experiencia del espacio y de la forma. Espacio y forma ahora portadores de una nueva significación: la del cosmos. El cosmos es para el artista la razón de su visión, y el resultado de esa mirada es la proyección de su conciencia hacia una esfera más alta, demostrando que a partir de esa conciencia mistico-poética puede no sólo sentir la realidad del espacio cósmIco, Sino que también puede expresarla representándola.

Pero esta mirada se invierte cuando al promediar los años 70, nuestro artista se establece en Caracas, convirtiéndose en una víctima sensible del caos urbano. Suárez siente que su relación espacial ha sido traumatizada y necesita entenderla en su estructura global, Es a partir de alli que empieza a elaborar su visión del espacio urbano, entendiéndolo desde el principio como una trama compleja, laberintica, de direcciones y ritmos, puntos de confluencia y lugares de disolución. Para elio continúa fiel a los postulados básicos del la estélica abstraccionista.

Su búsqueda de una visión total leva a modelar, formas en relieve sobre un. soporte a veces cóncavo, a veces convexo, sencillamente plano, aplicando luego sobre ellas una nueva utilización del color que al actuar sobre la forma como sensacion le permite superar el tradicional principio de luz, visto sólo tono local y sombra que hasta por Impresionistas fue empleado para dar, la luz sobre Ios cuerpos, hecho este que pertenecía a la relatividad de los fenómenos luminosos momentáneos y accidentales.

Pero esta acción del color no puede ni debe verse como un simple recubrimiento de la forma.Se trata de una relación dinámica; para ser exactos, de una interaccion plastica. 

Por todo esto, al presentar la primera exposición individual de Daniel Suárez en su ciudad natal, he querido hacer énfasis no sólo en el rigor de un artista que de manera silenciosa y disciplinada ha venido construyendo su obra, sino también en la importancia de la búsqueda de un camino propio, para expresar una nueva sensibilidad. Una sensibilidad que muestra, sin lugar a dudas, la conciencia de nuestro tiempo.

"La Conciencia de un Nuevo Tiempo", Andrés Mejía, del catálogo "El Despertar de la Conciencia", Galería Sin Límite, San Cristóbal, Táchira, 1986.

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